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Capítulo 2: El cuervo sediento.

Como olvidar semejante día, suspiro cuando pienso en ella, ¿era una buena niña después de todo? Supongo que no la quiero juzgar, disfruté de su compañía y de hecho; la extraño, así que ¿¡qué más da lo que hizo!? Continuaré con su historia.

 

          ¡Claro! Pero antes mi presentación, mi nombre, impuesto así por mis tutores, es Ailén Van Blackouts, sí, ya sé, suena como nombre de señorita combinado con un mal gusto por el inglés, espero no se mofen al respecto. Tengo treinta y dos años, y llevo viviendo en las calles como vagabundo casi dos años y por lo tanto tengo ese mismo tiempo alejándome cada vez más de mi hogar y de mi familia, quizás huyendo de la realidad, eso por ahora no es de relevancia.

 

          Más tarde ese día moría de hambre, bueno eso no es novedad, entonces divisé un pequeño trozo de pan en el suelo, casi intacto, demasiado bueno para ser real, corrí hacia el como si alguien me lo fuera arrebatar e interesantemente así fue; un ave grande y negra posó su pata sobre aquel trozo y sin decir más (no sé porque esperé que aunque sea recortado de hombros pidiera disculpas) alzó vuelo dejándome con la mano extendida.

          —¡Estúpida ave, ahora moriré! ¡Sí, escuchaste bien! Moriré, ¡esta vez seguro sí moriré de hambre!

 

          Me puse a discutir con el viento, ya es de costumbre perder la razón y a nadie le sorprende ver a un vago hablar solo. Resignado de rodillas aún me encontraba cuando por detrás escuché una voz femenina un poco ronca y seria:

 

          —El estúpido eres tú, es un cuervo, un ave de rapiña, ¿qué esperabas?

 

          Volteé con ganas de estrangular a aquella persona, detrás mío ahí estaba ella con un semblante de sabelotodo, fingiendo sensatez para después cambiarse a una expresión burlona, nuevamente un «nock» que me hizo ponerme de pie dispuesto a ponerla en su lugar, interrumpí su risa y se asustó, ambos estábamos listo para correr, antes de comenzar la persecución dijo:

 

“¡La gravedad no significa mucho para mí!”

 

          Y me llevé la gran sorpresa de que no huyó en dirección opuesta, más bien corría directamente a donde estaba yo, entendí que era un reto.

 

          —Tonta, ¿crees que puedes burlarme? ¡Eres mía!

 

          Alardeé antes de tiempo, la mocosa se había deslizado haciéndome creer que pasaría por debajo de mí, pensé: “la misma técnica que usó en el colegio, que predecible, ¡la tengo!”, me incliné y estiré mis brazos esperando su llegada para sujetarla.

 

          Pero en ese momento no sabía lo increíblemente ágil y ligera que esa niña era, segundos antes de que la tomara y sin parecer que hiciera algún tipo de esfuerzo se puso de pie y como si mi brazo, hombro y espalda fueran peldaños me escaló sin ningún problema, aun cuando dio su última zancada sobre mí se apoyó con más fuerza intentando derribarme, no lo lograría porque casi no pesa nada, pero de lo aturdido que quedé me dejé llevar y terminé de rodillas sosteniéndome con las dos manos en el suelo.

 

          Lo recuerdo en cámara lenta mientras babeaba de la impresión, flexionando su rodilla que más raspaba el suelo y apoyándose con su otra pierna se levantó tan ligera como una pluma que parecía que flotaba para después caminar sobre mí, como si todo lo tuviera calculado; me había utilizado como escalerilla.

 

          Una vez que me brincó (literalmente), sacó la lengua tal cual engreída y sin más se echó a correr, reaccioné y comencé a seguirla, ella se alejaba riendo, eso solo me hacía enfadar más, y después de un rato de exigirle entre jadeos que se detuviera de una buena vez; lo hizo.

          “Está bien.”; contestó simplemente y ambos nos paramos en automático, por lo agitado intenté recuperar algo de aire, después volvió a reír y entonces nuevamente se puso a correr, me di cuenta que solo intentaba sacarme de mis casillas, de inmediato volví a ir tras de ella.

 

          —¡No funcionará enana! Si crees que puedes hacerme enojar te equivocas —Le dije luchando por respirar adecuadamente.

 

          —Pareces exhausto hombre de paja, ¿qué edad tienes?, ¿sesenta? «Nock» —Ella corría y reía sin ninguna dificultad. 

 

          —Si te alcanzo te irá mal, no importa si me meto en un lío, te enseñaré lo que tus padres debieron enseñarte hace mucho —Solo estaba fanfarroneando.

 

          —Por lo anticuado que acabas de sonar; seguro deben ser unos ochenta —Volvió a carcajearse y parecía disfrutar de la carrera como si de un juego se tratase.

 

          Cualquiera pensaría mal de mí sí me vieran persiguiendo

a una pequeña niña, bueno no es como si a alguien le importara

esta situación; un pordiosero persiguiendo a la niña cuervo, no

es un escena que conmueva o preocupe, fuera de eso seguro

los que nos vieran pensarían que no era novedad ver a esa niña

meterse en problemas.

 

          Y a pesar de que es ridículo decir que tomé tales

provocaciones como si fueran algo serio, bueno, no diré que

así fue, así que, o soy un ridículo o quizás era el simple

hecho de que no tenía nada más que hacer, o que había

algo en ella que me hizo querer seguirle la corriente,

de todas formas yo no tenía a donde ir y tener un

objetivo a perseguir era mejor que solo estar solo.

 

          Salimos de las calles y callejones del pueblo para comenzar a correr por una especie de campo semiarbolado con algo de maleza, antesala de un bosque, no había visto antes tal ruta, acababa de llegar a ese pueblo un par de semanas atrás, no conocía bien todos los lugares. Seguía corriendo para alcanzarla y noté que ella intentaba llevarme el paso, estaba cansado pero no me quise detener, la niña tomaba su distancia asegurándose que no la perdiera de vista, entonces supe que me conducía a un sitio en específico pero no me importó.

 

          Mientras corría tuve una extraña sensación acentuada; la necesidad de conocerla, a pesar de que ella parecía divertirse tuve el presentimiento de que necesitaba ayuda, tenía que conocerla.

 

          Atravesamos lo que parecía ser un parque abandonado rodeado de árboles frondosos, percibía el aire fresco muy diferente al del pueblo, el ruido de pequeñas ramas quebrándose cuando pisábamos y el sonido repentino de algunas aves comenzó hacerse más frecuente, al principio parecían ser solo pajarillos del campo pero después los silbidos fueron opacados por graznidos, a medida que avanzábamos mis oídos se llenaron de roncos y guturales «rroks-rroks» y «kraas» producidos por lo que antes eran un par y por lo que después fue una gran parvada de cuervos, al inicio no percibidos a simple vista, ahora estaba rodeado de ellos, sombríos, grandes y escandalosos cuervos que aleteaban sin parar.

 

          Por fin se detuvo cerca de un gran árbol y me miró como si se hubiese acabado la diversión, me causaron un poco de temor esos “relámpagos rojos” en sus ojos, inesperadamente se sonrojó como si quisiese decir algo y después se ocultó detrás del tronco del gran árbol.

 

          Tuve miedo porque me sentí presa fácil para un ataque masivo de pájaros violentos saca ojos y por un momento creí que así sería, pero ella regresó de su escondite y como si se sintiera protegida se acercó a mí caminando con sus manos en la espalda, pensé que sería otro truco, también dudé en reprenderla como tenía planeado pues de alguna manera las aves habían guardado silencio, como si fuera el cliché de la calma antes de la tormenta e imaginé que me observaban fijamente como acechándome, esperando mi movimiento en falso como si estuvieran de su lado.

 

          Era tonto, pero en aquel momento me di cuenta que los cuervos me atacarían si intentaba lastimar a Molly, figuradamente era como si alguien amenazándome hubiese puesto una navaja o quizás debería decir un “pico” en mi cuello, así que estaba dispuesto a obedecer sus demandas.

 

          —Hombre espantapájaros, no me caes mal, no tengo nada en contra tuya, ¿me odias? —Me dijo meciendo sus hombros y estudiando mi comportamiento con su mirada.

 

          Mostró una ternura con cierta malicia en su voz y semblante. Me sentí intimidado, sonreí de los nervios y por escalofríos.

 

          —Claro que no pequeña “lindura”, solo bromeaba al decirte esas cosas antes, me retracto, es más, te dejaré en paz, a ti y a tus amiguitos, ok, ¿sin remordimientos verdad? —Sin pensarlo y sin querer le dije—: ¿amigos no?

 

          Fue como si se hubiese producido un “clic” en la cabeza de Molly al escuchar la palabra “amigos”, se creó en ella una espontánea y sincera sonrisa que fue desecha por el graznido y vuelo repentino de un cuervo, a ambos nos tomó desprevenidos. Después ella extendió su mano revelando lo que ocultaba, fue una grata sorpresa ver que me ofrecía una pieza de pan aún caliente, es decir, sin dudarlo en ese momento pensé: recién robada.

 

          —A no ser que ese árbol produzca panes recién horneados; esta pieza de pan la acabas de robar, ¿no es así? —Le miré decepcionado.

 

          —¿Eso que más te da? Dijiste que morías de hambre ¿no? —contestó un poco molesta llevándose las manos a la cintura como si estuviera regañándome.

 

          —Pequeña, no importa cuánto sufra, hasta el día de hoy no he robado ni una sola cosa —Realmente no era cierto, algunas veces si uno tiene la oportunidad no lo piensa ni un solo momento, yo solo lo decía para darle a la niña una buena impresión de madurez de mi parte.

 

          —Ah, en ese caso; aquel árbol es mágico y produce panes, donas, bizcochos y feos pollos asados —Señaló al gran árbol mostrándose indignada de forma infantil.

 

          —¡Oye! —Desde esa primera conversación “formal” la mocosa me había dejado en claro su astucia; con un sarcasmo había dicho una ridícula mentira habiendo comprendido perfectamente que yo también había dicho una igual—, ¿acaso sientes lástima por mi incidente con el trozo de pan y el cuervo?... Supongo que esa ave era un amigo tuyo ¿eh?

 

          —No y sí; respectivamente. Deberías tener cuidado con lo que comes, si hubieses puesto más atención habrías notado que era un trampa, una letal y venenosa trampa para ratas, y me refiero a los roedores, no a las personas como tú; aunque también podrías ser comparado con un roedor...

 

          —¡Espera! ¿Cómo sabes eso? —¿En serio? ¿Realmente había sido salvado por un cuervo?

 

          —El señor Mirrell tiene problemas con ellas, así que últimamente ha puesto trampas cerca de sus botes de basura, además los Crosswer —Así es como ella llama a su familia de cuervos—; tienen buen olfato y son muy buenos detectando alimentos en mal estado, envenenados o peligrosos para la ingesta de los humanos.

 

          —¿Los croswer? ¿Qué es eso?

 

          —¡Es por eso! Ya te lo dije: ¡es “Crosswer”! Estoy segura que lo pronunciaste con una sola “S”, y me refiero a los cuervos, cerebro de paja —respondió un poco exaltada como si no le estuviese prestando atención.

 

          —¿Eh?... No me habías dicho nada antes... Bueno, no importa, ¿pero entonces el cuervo se habrá muerto?

 

          —¡Por supuesto que no! —La pequeña me hablaba con mucha confianza como si fuera su igual, no respetando en lo más mínimo que era mayor que ella—, solo se llevó el pan a un lugar seguro y donde ninguna persona come sobras lo pudiese alcanzar.

 

   

          Me molesté con su contestación pero en mi cabeza intentaba razonar como es que había sido salvado por un cuervo y como es que una niña parece estar tan familiarizada con ellos.

 

          —Ahora veo porque te dicen en la calle “la niña cuervo”, no solo por tu apariencia, realmente son ciertos los rumores acerca de que ellos te siguen, pero pensar que te protegen o que te obedecen; es una locura, ¿cómo conseguirías algo así?

 

          —¿Una locura?, «nock» eres tan «nock» gracioso «nock-nock» —En aquel entonces no entendí que le causó risa, supongo que le parecería absurdo lo que la gente pensaba de ella.

 

                      —Eso no fue nada gracioso, ¿de qué te ríes?

 

                      —¡¿Hablas en serio?! «Nock» me agradas.

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