
Carta para Ann.
Querida Ann, espero te encuentres bien, lamento profundamente no haberme despedido de forma adecuada, es algo en lo que pienso todo el tiempo, y no me siento cómodo al respecto, pues creo que no he sido justo contigo.
Tal vez se deba al remordimiento, pero no he podido dormir más durante las noches, probablemente me puedas ayudar, con tus conocimientos quizás pare esta pesadilla.
Estoy seguro, pues no hayo otra explicación, aquella noche mientras dormía, descendí a realidades peores que esta, tan precipitosa fue mi caída, que cuando tuve algunos atisbos de conciencia, me vi en lo alto de un precipicio, de una colina rocosa sin vegetación.
En un ambiente desolado y de penumbras que nublaban mi horizonte, en el cual, ensordecía de un ruido blanco producido por el viento del vacío infinito que me hacía sentir desamparado.
Como un niño vulnerable, expuesto en mi desnudez, temblaba y lloriqueaba pues no tenía el valor de moverme de aquel sitio aislado de Dios.
De pronto, con el sonido de algunas pisadas, detrás de mí, una mujer de gran cabeza reflectante, me incitaba con desprecio a que saltara, a que tuviese el valor, y que dejara de justificarme…
Ese fue el comienzo, la siguiente noche insomne, no fue a mejor, pues a diferencia de la primera, puedo jurar haber estado consciente, de que algo amorfo atravesaba la puerta de mi habitación, deslizándose con esfuerzo, reptaba por el marco superior para después ascender al techo.
Cuando tuve claridad, pues parece que se me fue revelado; miré a la escoria que perturbaría mi alma como nunca, se trata de un bulto de circunvoluciones encefálicas, del cual, hasta el día de hoy, durante las noches, colgado del techo como una plasta babosa, se abren paso cabezas humanoides que no dejan de llamarme hipócrita y falso.
“Decís preocuparte e indignarte de su injusto maltrato, pero sois peor que un perro tratando de sanar una cruel herida a lamidas.”
Me dicen a coros susurrantes.
Y lo único que puedo hacer es gemir como un mudo, tal cual fanático moribundo en busca de nuevas formas de expresarse. Permanezco tenso como un cadáver; de un idealista que anhela poder seguir escribiendo sus pasajes. Me sacudo violentamente como un pez sin salvación, envuelto en una camisa de fuerza por una mente inestable que se pregunta; ¿Quién sabe leer entre líneas?
Seguido de eso, una visión pretensiosa de mi persona, que, por encima de mi reposo, aparece un gran espejo donde veo el reflejo de un petulante sin talento. Un hombre ya mayor, atado de muñecas y tobillos por cuerdas de níquel del calibre 11-48, su rostro está estirado y difuminado, ya que nadie le conoce, y su amor no le corresponde, pues se ha enamorado del arte.
Rogarle a Dios es insuficiente, los indeseables visitantes no se marchan, y una blasfemia más debajo de mi cama me esperaba, enseguida como una plaga, una serie de enredaderas secas comienzan a brotar, en la punta de su tallo marchito, en lugar de una flor hay una tráquea humana, una garganta viviente y descarnada, que, al ritmo de su respiración, resopla fluidos repulsivos que llegan a rociar mi rostro.
Yo ya no puedo con esto, creo que he pasado eones de agonía, que santa Janet se compadezca de mí, y nuestra realidad no más se turbe de metáforas que expongan mis adentros, querida Ann, espero tu vida; sea mejor que la mía.
Extraño tus escritos, me pregunto, ¿Qué será de ti?
Con dedicatoria para Ann, con respeto, tu amigo…


*Nota del autor:
La historia anterior es ficticia y solo pretende hacerse pasar por real… Está hecha con fines de entretenimiento, sin embargo, tiene un valor para quien la escribió, y ha sido inspirada por la persona a quien está dirigida; espero sea de tu agrado.
Si bien puede parecer fuera de lugar, palabras como “querida”, solo son una extensión del romanticismo de la lectura, de querer usar un par de clichés, y a la vez, en general, tratar de innovar y de poder hacer algo original.