Orígenes de la condenación.
Visitado en una mañana por Virtudes a los tres años de edad; al ungido Nadeau se le fue otorgado los seráficos del descernimiento, sabiduría y temor de Dios, para en su juventud poder servir como consejero y mano derecha del rey Yuvhel, quien debería gobernar a su pueblo con justicia y misericordia.
Pero a las grandes bendiciones llueven grandes pruebas de fe; el rey no lograba conseguir un heredero al trono, ni esposas ni concubinas quedaban embarazadas.
En la recta final de sus largos años de régimen; el rey conoció a una mujer de orígenes desconocidos que tocó tierras en aquel reino, la cual con su carisma y encanto conquistó al mismo, sin más dilación la forastera pasó hacer parte de las esposas del monarca, pues ella fue la única que pudo quedar encinta.
Se sabe que cuando dio a luz a la criatura la mujer perdió la vida, y con la llegada de una niña sobrevino una gran decepción para el pueblo y por supuesto del rey; quien esperaba fuera el primogénito varón para poder hacerlo heredero del trono.
Sobre sus hombros cargaron con gran temor; pues además de nacer en la desgracia robando la vida de su madre a quien amaba profundamente aquel rey, la apariencia de la niña hizo pensar que un castigo divido había sido impuesto sobre el reino, sucede que la pequeña era de cabello negro y ojos oscuros que se consideraban de origen pagano en aquella cultura; pues toda la población de los “hijos de Dios” era de cabello platinado de grandes ojos claros de color miel, incluyendo a la difunta madre.
No fue de extrañar que el rey enloquecido de dolor rapara su cabeza y rasgara sus vestiduras para hacer duelo recostado en cenizas por largo tiempo.
Una noche cuando la niña cumplió tres años de edad, a la que se le fue otorgado el nombre de Mariet, como última voluntad de la occisa madre quien en su agonía de muerte alcanzó a sostener en brazos a la recién nacida; el demonio Ya'el la visitó en su habitación con la apariencia de una oveja negra con la cabeza descarnada, sobre ella otorgó dos paradojas: desventura de la belleza inmutable y desventura de la lengua bífida, pues en ella ya hacía la perdición desde antes de que naciera.
Conforme la rechazada niña crecía notaba el desmedido desprecio de su padre y del pueblo, pero Nadeau aconsejaba incesante que se demostrase afecto y consideración a la pequeña, sin embargo nunca fue lo suficiente sincera la tolerancia del rey para con ella, por lo que la infanta creció bajo una sombra de inferioridad y exclusión que le hacían gradualmente llenarse de aversión y repudio reprimido.
Para su juventud Mariet era habilidosa, con innato talento, diestra en distintos ámbitos, su presencia era reconocida y su belleza deshonrada, de cabello lacio y largo que crecía desmesuradamente en pocos días a pesar de los intentos fallidos de su padre por querer arrebatárselo a tijerazos, no consiguiendo como ocultárselo al fin dejaría a la joven hacer lo que quisiese con él.
Tras una infancia de abusos; a su corta edad Mariet manipulaba a su antojo la seducción, la chica de delgada figura y de piel pálida con pequeños y finos ojos oscuros, solía sostener relaciones íntimas a ocultas con los soldados del rey además de con ciertos ciudadanos de indistintas clases sociales.
Mientras atraviesa una calle, un pasillo, un salón, los varones temían cruzar sus miradas con la atractiva Mariet, el repudio que al principio les parecía divertido de profanar y humillar, ahora era un temor diabólico del cual paranoicos trataban de evitar.
Relatos pasaron de boca en boca, de la fama de la cual se había forjado con cautela, cuentan como ella controlaba a quienes deseaba, sea hombre o mujer, si era capaz de sentir lujuria; era presa fácil para Mariet.
“Basta con que ella te murmure al oído, Mariet de las tinieblas te puede obligar a que te cuelgues de un árbol”.
“Que su silencio no te engañe, muda no es, si le escuchas hablar, como la serpiente a Eva; con seguridad condenada estarás”.
“Ahoga bajo su almohada maquiavélica los gritos de los hombres que tiene bajo su control”.
“No se ensucia las manos, si se descubre el rostro no querrás que te aconseje a la oreja”.
“Una vez te complazcas en ella, pedirá cosas en su nombre y si no cumples sus caprichos; ella se complacerá contigo”.
“A su padre ha convertido en un pérfido, le ha llevado a su pieza para acostarse con él”.
“Al santo Nadeau, es al único que no podrá corromper, ella es quien le evita la mirada”.
Cerca de la muerte, la elección de un heredero era necesaria, y pensando en lo que sería lo mejor para el reino, pidió el rey traer al santo Nadeau a sus aposentos, este al verlo en su lecho de muerte se postró al borde donde reposaba el soberano.
—Ya que tú eres un hombre sabio y temeroso de Dios, te pido me digas ¿por qué no he podido tener un primogénito varón? —Con gran tristeza preguntó el rey mientras buscaba alcanzar la mano de su vasallo.
—Los planes de Dios son tan grandes que sus designios nos son ocultos y nuestros intentos por entenderlos en vano se hallan, pero pronto te reunirás con vuestros antepasados y no tendrás dolor ni lamento alguno, solo paz regurgitarás de tu corazón.
—Mis ancestros serán tu guía, siervo de Dios, pues eres el único hombre que no ha sido persuadido por las trampas de mi hija, te otorgo mi reino por herencia, eres lo más cercano que tengo a un hijo, te nombro mi descendencia, pues de ti estoy muy orgulloso y sé que atenderás a mi pueblo con justicia y misericordia.
Al mirar detrás del nuevo heredero del trono una silueta en tinieblas se levanta, la mujer que carga las paradojas reposa su mano sobre el hombro del santo, la contemplación de un plan orquestado en la paciencia y la mentira ha dado frutos, se baja el telón con una gran sonrisa lúgubre que por primera vez la chica demostraba a su moribundo padre, la visión de la misma muerte era su hija, lo último que vería el rey sería la escena que siempre temió, en ese instante perdió la vida.
El reino entero nunca reconocería a Mariet como líder, era inconcebible pensar en ello, su sola coronación sería la gota que derramaría una rebelión sanguinaria, la cabeza de la chica de cabello negro tendría precio, pero usar a Nadeau como marioneta para gobernar entre las sombras es otra cosa, un detalle esencial en su supervivencia y apetito de dominación.
Aún de rodillas, sosteniendo la mano de su querido rey, la noche en que el santo lloró de arrepentimiento y culpa, las tres Virtudes se lamentaban profundamente este cuento histórico en el que un gran profeta había concretado su pecado.
No se relata mucho de lo que pasó después, de generación en generación se dejó de hablar de la trágica caída del reino de Yuvhel, pues se consideraba de mal augurio siquiera mencionar el nombre de Mariet, pero todos sabemos que se hicieron atrocidades, perversiones y acciones aberrantes ante los ojos de Dios.
Hasta que ocurrió el día de la intervención divina, lo que se conoció en la historia como:
“El juicio de los malaventurados”.
Se supone que tras la depravación del reino y de sus habitantes, con un santo corrompido, las Virtudes en duelo decidieron arreglar las cosas con sus propias manos, y tocando tierra de hombres, tomaron a Mariet, uno para cada de sus brazos, y un tercero delante de ella, este último introdujo su mano en la boca de la mujer, para tan solo de un tirón, firme y sin benevolencia, separarla de su lengua entre que ella se retorcía en agonía y lloraba balbuceando clemencia.
Así fue como la gente presenció entre destellos que iluminaban el manto estelar; el levantamiento de las Virtudes al despegar del suelo y abandonar dicha región maldita, cuando entonces su sentencia se hizo escuchar a todas las ánimas condenadas del reino:
“Esta mujer no volverá a engañar a un alma noble; Mariet de las tinieblas, de belleza inmutable”.
Por estos actos no autorizados por los tiempos de Dios, las tres Virtudes fueron juzgadas ante la presencia del Altísimo, condenadas entonces al exilio de las huestes celestiales, y por ende en su degradación convertidas en demonios, después de que la tercera parte de los luceros del firmamento cayeran a la tierra no se había suscitado un caso de desobediencia en el Reino, hasta que estas tres Virtudes hicieran justicia por su cuenta.
Y este es el por qué hoy en día en los hombres ya no existen estas tres virtudes; el temor de Dios, ni la sabiduría divina, ni el descernimiento de lo bueno y lo malo.
Pero este es el principio de una historia que terminará miles de años después, en alguna otra época, en algún otro lugar.
En cuanto al rey títere; murió degollado a manos de Mariet, quien a pesar de no poder ya hablar, derramó la sangre de la cabeza decapitada de Nadeau sobre su trono y sentándose en este; se autoproclamó reina mientras pisaba la cabeza cercenada del santo caído, la mujer parecía ahora incapaz de conservar la compostura, imprudente en sus decisiones, indiscreta en sus actos; había perdido la cordura.
Ella dominó por unos cuantos años esas tierras perecederas, que la gente eventualmente comenzó a abandonar en un efecto cucaracha que dejó gradualmente despoblado el reino.
Solo puedo decir una cosa más al respecto que debes considerar, se cree que en la actualidad aún vive Mariet de las tinieblas, pocos la han visto, y no hay prueba ni explicación de ello, dicen que su belleza inmutable la volvió por siempre perdurable, otros aseguran que hiso un pacto con los demonios para ser eterna, algunos consideran que es un castigo divino el no hallar descanso, pero unos más teorizan que su inmortalidad se le fue dada como obsequio por el maligno por lograr lo que ninguna otra criatura ha podido conseguir; la condenación y caída de un santo y tres ángeles.
