
Capítulo 12: Ohrwurm; la lombriz del oído.
(Ahoge denpa).
Decidimos seguir adelante con nuestras vidas extrañas disfrazadas de ordinarias, no volví a andar solo en la noche, desde esa vez dormimos juntos en Odín, llegamos a lidiar bien con nuestro encuentro con la muerte, sobre todo ella. Yo al principio me solía levantar en las madrugadas con mucho temor, entonces pude entender el porqué de las ojeras de Molly, supongo que estando sola era aún más difícil conciliar el sueño.
Todos los días consecuentes fueron como los anteriores, teníamos un errado sentido de seguridad.
El poco tiempo que pasé a su lado me enseñó más de ella, pero menos la entendía, no me escuchaba y no me hacía caso, era muy revoltosa, creo que le tenía envidia, porque mientras ella podía sin remordimiento hacer locuras en las calles del pueblo yo me moría de vergüenza hasta por pasar cerca de alguien.
Recuerdo que una tarde cuando ella había salido por un momento, me puse a ver a Odín con más calma, lo inspeccioné y dentro de él en la parte superior había un compartimiento, no lo había notado antes porque la luz entra de manera que esa zona queda a oscuras.
Le estaba alumbrando con la lámpara y era un agujero en donde quizás sólo Molly cabría, sabía que podía echar un vistazo pero me sentí indeciso pues hasta entonces ella no me había hablado acerca de ese agujero ni la había visto buscando algo ahí dentro, yo imagino que tenía cuidado de no hacerlo delante de mí, además la entrada estaba obstruida por un pedazo de cartón, era evidente que ocultaba algo y no quería que lo supiera.
La curiosidad conforme pasaban los minutos aumentaba aun después de haber decidido que respetaría su privacidad, pronto me sentí traicionado por mis pensamientos y me vi muy tentado a mirar solo unos segundos, así que recorrí el cartón lentamente tratando de no hacer mucho ruido y justo cuando comenzaba a asomar la cabeza ella apareció de sorpresa en la entrada de Odín.
—¡Bu! —Intentó darme un susto—, ¿Con que husmeando en mis pertenecías ajenas eh? ¡Más te vale que no te vuelva a ver haciéndolo!
—¿En tus pertenecías ajenas? ¿Cómo es eso? —Ella me echa una mirada fulminante que me hace ponerme titubear—. Lo-lo siento, es solo que sentí curiosidad, ¿por qué no puedo ver?
—¡Porque NO! ¿No te sabes el cuento del gato que se quedó sin cabeza por meterla en donde no debía? Espero no cometas su error porque entonces tendría que sacarte los ojos —dijo en modo lúdico.
—¿Ah?, ¡no te expreses de esa forma! Además eso no tiene sentido —Golpeé suavemente su cabeza.
—¡Uh!, ¡Oye! ¿Quién te crees?
—Que anticuado, ¿en qué novela barata leíste eso?, escúchame bien, no tienes permitido ver lo que hay ahí dentro —Aclaró de manera severa.
—¿Eh?... Está bien, no te pongas histérica, no lo haré.
—Eso espero minino de paja, eso espero.
Aunque parezca un suceso aislado y sin importancia, me sigo preguntando qué tenía adentro, pues después de todo a partir de cierto evento relacionado con lo que había ahí; es que se fractura la falsa realidad pacífica que creímos llevar, el juicio de Molly radica en la importancia de ello, su cordura se perdería junto con nuestro desinteresado estilo de vida.
“Un corte inesperado”; así le pondría como subtítulo a este capítulo, si por supuesto estuviera dividiendo por partes la historia, pero no es así, lo que hace preguntarme: ¿Por qué no hacerlo de esa forma?...
Da igual, solo estoy divagando de nuevo y es que esta vez les contare algo sin importancia. Pasó uno de tantos días después, situación extrañamente trágica, diría Molly: “¿Una locura?”; una de sus frases preferidas tan inconsistentes y fuera de contexto como aquella de “¡Es por eso, ya te lo dije!”; cuando ni siquiera habíamos mencionado antes el tema, supongo que eso no tiene explicación alguna.
Bueno, seré directo: la encontré cortándose el cabello, ella misma se cortaba el cabello mientras tarareaba una canción infantil que más de una vez le escuché, con una letra que parecía ni siquiera saber pues eran más los balbuceos que las palabras interpretables.
Como en todas las cosas que hace, sin delicadeza y casi a gritos con un desafinar salvaje y adrede, algo lóbrego pero también de un tonada pegadiza, por ello con el tiempo descifré su letra y no tardé en silbarla inconsciente o compulsivamente cantarla por partes, ¡rayos! ¡Eso me volvía loco!, tan pronto Molly me escuchaba me quedaba callado de la vergüenza y ella continuaba cantándola para molestarme.
«♪ ♫ Pequeño patito de goma te veo en la tina, mirándolo salpicar y salpicar, en la bañera, es muy divertido.
Mirando al pequeño patito de caucho, de caucho, de hule el patito, en la tina, mirándolo salpicar y salpicar, en la bañera, es muy divertido. ♪ ♫»
Hay canciones de cuna, esta era para el baño, cosa que sinceramente dudo conociera Molly, así que no tengo idea en donde la pudo haber aprendido. Volviendo a lo de su corte de cabello improvisado, por supuesto que la regañe, ella no me tomó con seriedad, no había mucho que hacer al respecto.
—Déjame tratar de arreglarlo, quizás lo pueda emparejar de alguna forma —Acaricié un par de veces su cabeza para darle coherencia a su peinado.
—Mmm, «nock-nock» —Molly reía inocente zarandeándose con el movimiento de mi mano.
—¡No es gracioso! ¡Presta! —Le arrebaté las tijeras e hice que tomara asiento sobre una roca.
Ella no se resistió, parecía más bien disfrutarlo, meciendo sus pies, tambaleando su cuerpo y mugiendo la misma tonada de la canción (la cual todo el día estuvo chiflando; se levantó con la música en la cabeza) con altibajos y altas desafinaciones violentas, lo que me hacía darle pequeños golpecitos para que se quedara quieta en lo que intentaba arreglar su cabello con tijerazos meticulosos, hice lo que pude, se seguía viendo mal pero al menos le dejé un copete semiparejo, le quedó por encima de los ojos, con el resto no me quise arriesgar.
—Bueno, espero que no lo vuelvas hacer —dije dando los últimos retoques y apartando el cabello cortado de sus hombros.
—Mañana lo haremos con el tuyo, ¡¿correcto?! —Se puso de pie y me volteó a ver, tenía sus ojos llenos de emoción y su sonrisa era como una “rebanada de sandía”.
—Ni se te ocurra tocar mi cabello Molly —Puse la peor cara de desinterés que pude.
—«Nock» eso lo veremos —respondió caprichosa, su gesto me decía que ya estaba planeando algo perverso.
—¡Dije que NO! —Intenté sonar rudo para imponer más autoridad.
—Está bien, lo prometo —Asentó múltiples veces veleidosa en sus intenciones, ahora procuraba ser obediente.
Sin embargo, al día siguiente al abrir mis ojos por la mañana:
—¡¡¡Aaaah!!! ¡Hija de la ashsjksudltpte! ¡MOLLY! —Grité ni bien noté como se alejaba de mí con las tijeras.
—«Nock-nock», te ves muy guapo ahora —Llevó sus manos a la espalda ocultando mechones de mi pelo.
—Mi cabello... —Yo estaba deshecho sosteniendo tiras de cabello trozado entre mis dedos.
—No exageres, no corté mucho, no seas mezquino —dijo con un ademán de la mano queriendo aminorar la situación, misma mano en la que sujetaba parte de mi flequillo.
—Ahora me veré como un fenómeno, no puedo creer que lo hayas hecho —La miré pidiendo una explicación.
—Yo tampoco «nock» —Simplemente para ella era algo trivial.
La muy imprudente, sí, consiguió devolverme el favor del día anterior, afortunadamente desperté a tiempo para detenerla, y por suerte no se lograba ver el daño pues mi cabello es largo y no está en buen estado, así que quizás no hacía mucha la diferencia, aun así, uf... Bueno, pudo haber sido peor, solo tuve que peinarme de distinta forma y así lograba pasar desapercibido, me dieron ganas de estrangularla, me deshice de las tijeras permanentemente, estaba muy molesto.
—¿Sabes? Me gustan los chicos de cabello corto —dijo Molly con una de sus poses ensayadas y manipuladoras, diseñada para cautivar con misticismo y elegancia, con una mirada frívola acompañada de una sonrisa fina con mucha distinción que dejaba entre ver un narcicismo prematuro.
—¡ME IMPORTA UN CARAJO! —repliqué aparentando estar enfadado, ella sabía cómo persuadirme.
—¡Wa! ¡Qué pesado! —Voluble como siempre discutió enfurecida.
—Molly, lo prometiste y creí en ti.
—¡Es por eso! ¡Ya te lo dije! ¡Un cuervo me dejó las tijeras cerca!
—¡Eso es mentira!, ¿sabes lo que les pasa a las niñas mentirosa?
—¿Se las llevan las brujas? —preguntó indecisa.
—¿Te dan miedo las brujas?
—Um um (NO) —contestó negando con la cabeza.
—Bueno entonces se los lleva la... Mmm, el mmm... ¿El ropavejero? ¡Yo que sé!
—¡¡¿Tú?!! —dijo sorprendida casi gritando.
—Ahora me confundes con el ropavejero, ¿cuándo me has visto con un costal? ¡Solo deja de decir mentiras!
—¡Es por eso! ¡Ya te lo dije!, es solo que yo también quería cortártelo como tú me lo hiciste ayer, creí que estarías feliz. Así que no tomes mis palabras muy al pie de la letra, solo intento sonar interesante.
Con pesares de sobra, solo puedo decir que era muy flexible, no me quedaba más que tolerar sus arranques de insolencia, porque aunque me pusiera a discutir, ella era muy buena para tergiversar mis palabras y hacerme quedar como un tonto.
Momentos como esos fueron muchos, muy locos y sin explicaciones, su conducta me sacaba muchos signos de interrogación y sus costumbres muchos de admiración, era difícil predecir su siguiente movimiento, estar con Molly era sinónimo de estar a la expectativa, quitándole todo de la mano como a los bebés que levantan las cosas del suelo para llevárselas a la boca y cuidando que no se lastimara ella misma, tomando roles en la amistad, formando lazos que crédulo pensé eran fuertes.

