
Capítulo 15: ♪ ♫ ¡Nock, nock, nock! ♪ ♫
(Ahoge leitmotiv).
Ella es la frenética Molly, impredecible, voluble, esta vez cuando la vi llegar tenía una pequeña coleta en algún lugar random de la cabeza, seguro en el camino a donde yo; se encontró con una dona en el suelo y con ella recogió su cabello, pero se veía un “poquitín” (sarcasmo humilde) fuera de lugar, según ella se había hecho un mini chongo, muy ridículo por cierto, pero me causó tentación lo frágil que se veía, tambaleándose como si se fuera a deshacer en cualquier momento.
Cuando la tuve de frente justo antes de que me saludara se lo quité de la cabeza, eso sucedió tan rápido y a la vez tan sutil que fue graciosa la manera en la que la dona simplemente se deslizó liberando su cabello.
Ella tardó en reaccionar, pero en cuanto lo hizo se encargó de darme pequeñas pataditas y puñetazos:
—¡Ah!... ¡Dámela! ¡Dámela!, devuélvemela, ¡eres un gran tonto! —Me reprochó escandalosa y enfadada.
—Ok, ok tranquila, aquí está, ni te hace falta —Le devolví su dona y ella me la arrebató.
Me dio la espalda y mientras se la colocaba se quejaba como para sí misma:
—Es por eso, ya te lo había dicho, tardé ¡horas! En arreglarme y tú solo vienes y lo deshaces, ¡que desconsiderado eres!
Unos segundos después terminó de amarrarse un mechón de cabello nuevamente en algún lugar al azar de su cabeza, se volteó hacia a mí con las manos en la cintura e indignada me miró fijamente.
—¿De qué estás hablando Molly? Si te la volviste a poner en menos de un minuto —dije rascándome la nuca.
—Tú no entiendes a las mujeres ¿verdad?, no eres nada bueno tratándolas, ¡hum!, eso explica porque estas solo —Cruzó los brazos y se encogió de hombros, nuevamente se giró para no verme.
—Sí, claro, eso explica muchas cosas —contesté con una risa creída.
Ella entonces comenzó a acomodarse el pelo, se hizo los últimos arreglos, innecesarios por supuesto, su peinado se seguía viendo igual de desastroso.
—¿Y bien? —Me confrontó cambiando de actitud; con una mueca risueña y ansiedad en sus puños.
—¿Y bien qué? —repliqué confundido.
—¡¿Cómo me veo?! —Dice entusiasmada y encimándose a mí.
—Verás... ¿Cómo te lo digo?... —respondí sonriendo un poco incómodo—: ¿Extraña y poco cuerda?, es decir; como siempre.
—¡Es belleza excéntrica!; ¡el efecto Molly!, ¡no lo entenderías espantapájaros!, no esperaba mucho de alguien como tú, hum!
—Si tú lo dices —No me quedó más que seguir riendo y tratar de calmarla.
Ya habían pasado un par de semanas desde nuestro incidente, así que la llevábamos con tranquilidad tratando de no dar la cara por esos rumbos, por lo menos yo aprendí la lección, ella seguro no, pues de hecho esos golpes no le dejaron ni una pizca de rastro, es más; al siguiente día de esa ocasión cuando yo amanecía con dolor muscular e hinchado, ella estaba como nueva.
En aquel entonces de vez en cuando me miraba fijamente con sus ojos entrecerrados, no sé qué pasaba por su cabeza, pero presiento que era algo así como “pena” ya que mi apariencia era pésima. Pero lenta y progresivamente sané totalmente, incluyendo mi tobillo.
Una vez más dejamos otra página de esta historia atrás que quedará para las memorias imborrables.
Tratando de no liar con más problemas que a ella no le importaba crear pasamos buenos ratos, otros eran puro pleito y disgustos porque no congeniaban nuestras formas de pensar, pero sobre todo a diario había gratas dosis de «nocks-nocks» en la atmósfera, con eso bastaba.
Por cierto, en una ocasión mientras se reía le tapé la nariz con mis dedos e hizo el ruido más extraño que haya escuchado en mi vida, por dios que reí sin parar, en todo el día cada vez que recordaba eso me carcajeaba, a ella también le pareció divertido. En conclusión: reíamos cada vez que se podía.


