
Capítulo 23: El demonio del dilema existencial.
Parte 2/2
—Linda entrada la tuya, hiciste que mi show tuviera más impacto, ¿es mucho pedir un poco más de tiempo?... Nts, supongo que después de todo ese mocoso se salió con las suyas.
Molly habló con toda la calma del mundo, como si su miedo por el Hellequin hubiese desaparecido, pero no era así, solo estaba haciéndole frente a lo que ella creía era su inevitable destino, yo no caía en la cuenta de lo que había visto y de lo que estaba a punto de suceder, sin más rodeos, esto pasó así:
Retumbó mi tímpano, en sonido estéreo el grito de batalla del demonio; una doble voz simultanea que era comparable: con lo gutural del rugido de un mono aullador, y haciéndole segundo coro lo desgarrador del maullido de un gato en celo.
Moviéndose como si fuera una araña rápidamente se colocó delante de ella, Molly se deslizó por debajo de él evitando su puño que golpeó el suelo como si fuera un mazo extremadamente pesado, en consecuencia tal impacto levantó algunos fragmentos del pavimento, ese golpe seguro la hubiese hecho picadillo.
Era de noche pero no era su hora acostumbrada de salir al acecho, y considerando que esta vez no había hecho ningún ruido al llegar; era obvio que su objetivo era simple: desaparecer a Molly cueste lo cueste, se había ensañado por destruirla como si esa fuera su última oportunidad para hacerlo, se movía y arrojaba ataque tras ataque, zarpazo tras zarpazo, velozmente ella lograba esquivarlos, era evidente que algo no estaba bien, no sé si él se había vuelto menos poderoso o si de alguna forma ella se había vuelto más fuerte, o quizás simplemente es que ya no le temía.
Era una batalla desequilibrada, pero sorprendente, lo que Molly hacía con su cuerpo era de otro mundo, destreza en su máxima expresión; el 100% de ella estoy seguro, era como una pluma agitada por una ventisca violenta, ¿alguna vez has intentado sacar una pelusa de un vaso de agua con un solo dedo?, es como si tu piel y la pelusa fueran los polos iguales de un imán; así Molly parecía deslizarse al ras por las fluctuaciones de las extremidades contorsionistas del demonio.
Sus dedos negros y quebradizos se enroscaban en espiral para tomar una forma parecida a la broca de un taladro para así usarlos como una lanza que se estiraba más allá de lo físico posible.
Por más que ella intentaba tomar su distancia cada “aguijonazo” parecía estar más cerca de dar en el blanco, sentía un nudo en la tráquea pues en cada ocasión creía que sin falta no fallaría y heriría a Molly gravemente, pero estos solo rosaban su pequeño cuerpo.
Ella no podía tomarse una centésima de segundo para dudar, pero era cuestión de tiempo para que él consiguiera su objetivo.
De entre tantos escombros volando uno de ellos con gran potencia le pegó a Molly, entorpeció su perspectiva y ralentizó su tiempo de reacción, por lo que el Hellequin la alcanzó a taclear en pleno salto haciéndola rebotar bruscamente en el suelo.
La velocidad de respuesta de Molly era admirable, pues tras la caída ni bien rodó y enseguida se puso de pie, después dio un brinco lateral para esquivar el ataque consecutivo, esta vez asegurándose además de no perder noción de su entorno; ahora el demonio estaba usando el estallido de las rocas para tomar ventaja.
Esto se repetía en bucle poniéndome al borde de la ansiedad absoluta, con un frenesí cardíaco esperando presenciar lo peor, pues a diferencia de la criatura; la estamina de Molly no era eterna.
Era asombroso ver los saltos que pegaba el Hellequin, pero era más genial ver a Molly superarlo por mucho en agilidad. El ser arrasaba con el suelo y con todo lo que estuviera en su camino, como un gorila poseído por la locura suelto en medio de frágiles estructuras, se podía notar que perdía la paciencia y hacía rebufos que me parecían denotaban frustración, Molly tenía que mantener la compostura, algo que nunca le vi hacer; ahora su vida dependía de eso.
Corrí rodeándoles para acercarme lo más posible, al verme Molly puso cara de disgusto e intentó moverse hacia el otro lado de la acera, se estaba arriesgando demasiado y la criatura no se le despegaba, la seguía ciegamente.
Pensé por un momento que la había acorralado pues se topó detrás de ella con el muro de una casa, pelearon casi cuerpo a cuerpo, tras tres ataques con los brazos que Molly evadió por muy poco; logró patearle de manera directa la cabeza al Hellequin, a pesar de que se había lucido con ese acierto; eso no le causaría ningún daño, pero si lo hizo refunfuñar y quererla embestir con todas sus fuerzas.
Ella había planeado provocarlo para después apoyándose dar otro salto, hacer un pequeña pirueta y así pasar por encima del demonio, esto se cuenta fácil, pero fue una maniobra espectacular de su parte y sucedió tan rápido que el apoyo que utilizó Molly para burlarlo había sido una roca grande que se desprendió del suelo del último tercer ataque del Hellequin.
La criatura terminó estrellada y sepultada por una casa que tenia delante.
Aproveché y le arrojé uno de los tubos afilados que llevaba, Molly corrió a levantarlo, y esta parte en especial debo decir me condujo a retomar una gran incógnita, quiero decir; ese nombre que ella dice estar maldito, en mi ignorancia nunca lo había escuchado, pero tenía tal porte al parecer de ser muy conocido por acciones maléficas y perversas, así es como ella me lo presentó suponiendo que huiría al escucharlo.
¿Quién era realmente la llamada Anni Keller?; ya había demostrado tener experiencia en batalla y ahora ser diestra con ese tipo de arma, pues al tomar el tubo lo manipuló como si de toda la vida lo usase, entonces se preparó para afrontar al demonio, este se abrió paso de entre los escombros brincado de manera inesperadamente rápida, pero ella lo recibió con un contraataque, lo comenzó a golpear y hacerle cortes superficiales con la barra de metal, simplemente no me queda más que decir al respecto: ¡magnifico desplante de habilidad con ese objeto!, como si fuera una extensión de su organismo, entre giros, golpe, esquive, golpe, giro, esquive de nuevo; parecía incluso hacer retroceder al Hellequin.
Pero no era suficiente, aún no era lo suficiente, no le afectaba mucho, solo lo ponía de pésimo humor, hacía terribles rabietas, pero ¡maldita sea!; no era suficiente.
Entonces procuré tomar distancia, la batalla se desenvolvía en un círculo vicioso, pero era como si ella supiera que era un sin sentido, era más como si estuviera ganando tiempo, le escuché pedirme un par de veces que me fuera, “¡Lárgate!”; me decía con el poco aliento que tenía mientras blandía el fierro para desviar los ataques.
Molly había evitado detener los golpes de manera directa, pues ni ella ni el objeto tenían la resistencia necesaria para soportar y frenar la fuerza monstruosa del demonio.
Así ocurrió, próximos al desenlace, no pasó más tiempo y la barra de metal cedió, su arma se partió en dos quedando inutilizada, y no pudo dar más ella, no pudo hacer nada más, el titubeo de Molly le costaría la pelea, pues en un instante él la tomó del brazo y en cuestión de un parpadeo la levantó tan alto como pudo y la reventó contra el suelo.
Fue algo espantoso, podría jurar haber escuchado como crujió su cuerpecito, no comprendo cómo no quedó inconsciente, definitivamente la resistencia de Molly era sobrehumana; pero no por eso dejó de ser extremadamente doloroso para ella.
Recuerdo ver sus ojos por unos segundos totalmente en blanco, su brazo se veía inerte; estaba dislocado, y si ese traumatismo salvaje no le causó múltiples fracturas, entonces seguro lo hizo en la segunda ocasión, sí, y hubo una tercera vez también. Había llegado a su límite.
...Entonces recordar su determinación y su semblante de concentración impecable, me dio las fuerzas para hacerle frente a mi muerte, aunque fuera un desecho humano; le iba a causar molestias como solo el hombre a los dioses.
El Hellequin hizo una corta pausa para atormentar a Molly, el engreído abrió una grieta en su guardia, confiado en que ella no podría moverse más por el estado deplorable en el que se encontraba.
Supe que era mi oportunidad para hacer algo, vi un crucifijo en el suelo, una de entre tantas cosas que le habían tirado a Molly, lo levanté y lo sujeté con la misma mano en la que también agarraba la barra de metal que me quedaba; por conversión inversamente proporcional de la intuición, o por la esperanza absurda del creyente de que si estaba viendo realmente a un demonio; es porque también existen los ángeles y por lo tanto un Dios que de alguna manera debería estar conectado con los objetos “sagrados” (como popularmente se cree).
Corrí hacia un punto ciego del Hellequin, era hora de atacarlo, pero había cometido un error; todo fue en vano porque una vez estando detrás de él antes de asestarle un golpe caí desplomado de rodillas luchando por mantenerme aunque sea en esa posición; había olvidado lo que pasó la última vez que lo tuve de frente, ¡¿cómo rayos Molly podía moverse tan ligera aun estando cerca de él?!, era una sensación de aplastamiento, como si se tratase de una fuerza invisible, llegué a sentir que mis pulmones colapsarían, solté lo que traía en las manos.
En segundos el Hellequin notó mi presencia como si su “campo de gravedad” le hubiese revelado que habían invadido su espacio, perdió el interés por Molly e ignorándola por completo estiró su cuerpo hacia atrás, arqueando su abdomen, retorciendo su figura, era demasiado perturbador.
Ahora lo tenía observándome con esa estúpida sonrisa macabra en su rostro, me di por hombre muerto, pues estaba totalmente inmóvil y adolorido, aun así con mucho esfuerzo intenté alcanzar con mi mano el crucifijo que temblaba en el suelo de manera extraña, el objeto estaba siendo repelido por la presencia del ser, apenas lo iba a tomar cuando este salió disparado varios metros hacia un lado, lo segundo en salir volando sería mi cabeza, pues cuando levanté la vista para confrontar otra vez a mi verdugo, con uno de sus dedos este señalaba entre mis ojos, entendí que me estaba enjuiciando; y había sido encontrado culpable.
Sabía que ese era mi fin, seguro habría confeti de sesos por todas partes. Él me atacó.



