
Capítulo 24: La mentira del dilema existencial
(La maldad y negligencia del siervo).
Cuando vi a Molly siendo arrojada de un lado a otro me desmoroné, mis piernas habían flaqueado del terror, mi valentía se había derrumbado junto con la noción de mis sentidos; era el espectador mediocre que toda mi vida había sido. La irracionalidad, la impotencia y el juicio nublado, la falta de lucidez para mantener la calma, la incapacidad para reflexionar con claridad, mis años echados a la basura, mi imprudencia y delirios de grandeza, mi inmoralidad, mi pecado, mi humillación, mi destierro, mi caída; eran develados…
Embriagado por mi confort, pensé que podría llegar vivir así por largo tiempo. Hubo quienes me extendieron su mano y quienes con mucha seguridad creían que yo podía dar más; nunca se los agradecí debidamente, y pensé no depender de nadie, pero cuando al fin estuve en soledad, afuera en las tinieblas; me aterré, me aterré de mis propias palabras y acciones.
Siempre me sentí desubicado, que no encajaba en este mundo, entonces corrí a enterrar mis talentos, seguro de que no hacían falta en esta sociedad, ahora enfrento la sentencia del patrón que siega donde no ha sembrado y recoge donde no ha esparcido; ¿es aquí el llanto y el crujir de dietes? ¿Esto es realmente lo que me merezco? Habiendo estado delante de la muerte ese día puedo decir que sí, sí es lo que merezco.
Lo lamento tanto, tenías razón Molly, he comprendido lo que tratabas de decirme.
Sangre... sangre por todo mi rostro... Pero no me duele, fue como si un cubo de agua tibia se hubiese volcado sobre mi cara, no es mi sangre, delante de mí: mi querida Molly; atravesada por ese maldito ser, mi Molly como escudo por alguien que “no le importa ni un carajo”; por mí, la garra entera salía por su pequeña espalda, por mí, por alguien que no vale ni un carajo, la levantó como si fuera un trofeo, por mí culpa, porque solo le fui un estorbo, su cuerpo como si fuera de trapo colgando, de sus piernitas y por sus zapatitos le escurría su sangre que goteaba en mi cara, ¿cómo pudo ser? ¿Cómo permite que pasara eso?
En ese instante perdí los últimos atisbos de cordura que me quedaban, y no sé cómo lo hice, solo sé que me puse de pie, tomé el fierro afilado y se lo enterré lo más profundo que pude en el abdomen al maldito, él no lo vio venir pues estaba contemplando su victoria confiado.
Aun así un trozo de fierro incrustado no bastaría para detenerlo, pero hay cosas que en estos momentos no puedo explicar, como ¿por qué algo así le afectaría tanto?, antes lo había visto aparecer y desaparecer en segundos como si su cuerpo no fuera algo físico, más sin embargo ahí estaba retorciéndose como si sintiera dolor, lo había hecho enfurecer por el daño que le causé, pegó un grito horrible con la voz de un niño, después arrojó a Molly sacudiendo su brazo, acto seguido se arrancó el fierro y lo tiró a un lado.
Yo corrí hasta donde ella había caído, asombrosamente con mucho esfuerzo intentaba sentarse. Me le puse de rodillas, le dije:
“Lo siento, lo siento tanto Molly.”
Acaricié su rostro que demostraba su dolor intenso, ella aun en esa situación; temblorosa trató de sonreír para darme falsa confianza, me dijo con una voz que se desvanecía y a duras penas era estable:
“No saben tan mal mis palabras; están amargas y oxidadas, «nock», pero no te hagas ilusiones, no lo hice por ti, no exageres hombre espantapájaros.”
Sé que lo dijo solo porque no quería perder su toque de engreída. Comenzó a toser sangre y pausaba su hablar:
—Quizás tengas, una oportunidad de salvarte, solo lo tengo que entretener, lo suficiente en lo que escapas —Su mirada se notaba exhausta y estrujaba sus dientes de la agonía con cada intento de articular palabras—. Si tuvieras lo necesario, a lo mejor hasta... lo podrías derrotar ahora, pero eres un simple humano... no podrás, y yo... ni siquiera podre esquivar el siguiente ataque.
—¡Dime de qué manera lo detengo, haré lo necesario!
—El estúpido cometió un grave error, sus órdenes; siempre habían sido atraparme, nunca hacerme tal daño... o matarme, no sé qué lo llevó a esto... Como sea, hay un motivo por el cual se queman a las brujas; ¿lo sabes no?... Pero ahora él está cubierto por mi sangre... Está vulnerable, hasta que regrese al agujero del que vino, ahora está expuesto, a su forma física, si tuvieras lo necesario, lo podrías eliminar totalmente... Pero eso no pasará.
Solo tenía una cosa en mi mente; eso era cargarla y salir corriendo, pero recuerdo que alguna vez dijo que sus “piernas de espagueti” no pararían de seguirnos, lo mejor era afrontarlo, Molly lo había hecho y había ocurrido una especie de “milagro” con su valentía.
Así que decidí dejar caer mis pecados más pesados y la vergüenza que llevaba a cuestas sobre mi espalda todos estos años; ya no le temía más. Me puse de pie delante de ella, le dije:
“Ahora yo seré tu escudo.”
Así es como acaba esta parte de la historia, me levanté no solo físicamente, me erguí espiritualmente, como un hombre de verdad puse mi espíritu en alto, y pensé:
“Nunca luché por mi familia y me arrepiento por eso, pero ahora no será así; ¡hoy voy a morir por ella! Cueste lo que cueste no viviré para saber que fui un cobarde, ¡ya no más!”
Creo que Molly vio mi determinación y casi como leyendo mi mente dijo:
—Es... es... es por eso... Nunca más, ¿no es así amigo?
—Así es, Anni; gracias por todo.
Le sonreí por última vez sin esperar nada a cambio, y sin embargo con mucho esfuerzo ella me devolvió el cumplido, pretendiendo que ese gesto fuera nuestro último y mejor recuerdo, pero en realidad se veía muy pálida y en estado grave.
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