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Capítulo 9: Historias de terror para niños.

Una noche, que pudo haber sido como tantas otras, pero esa llevaba un estigma. La visité por la tarde y las horas se me fueron, ambos estábamos sentados cruzados de piernas dentro del boquete del gran árbol, cuando vi oscurecer pensé en marcharme, entonces me propuso contar cuentos, me animé suponiendo que sería rápido, por turnos el primero fui yo, creí que sería adecuado hablar acerca de la esperanza a través de una fábula, ya saben, esas cosas captan la atención de los niños ¿no?

 

          —Había una vez una cucaracha que... —Apenas comenzaba a relatar cuando Molly me interrumpió.

 

          —¡Espera!, “había una vez”: ¿cuándo? —dijo inquieta mientras se tambaleaba.

 

          —Se supone que no es importante cuando sucede, lo importante es lo que pasa —Le aclaré esperando poder retomar la historia.

 

          —¿Cuánta importancia podría tener un suceso si no se sabe cuándo pasó? ­—Ella volvió a abordarme de manera brusca.

 

          —Molly, es una fábula, por favor.

 

          —¿Dices que las fábulas no son importantes?

 

          —¡No, lo que quiero decir es que no tiene caso decir una fecha porque es un suceso ficticio que solo sirve para reflexionar! —Comenzaba a perder la paciencia.

 

          —¿¡Eh!? Pero necesito saber cuándo pasó, ¡lo quiero saber, lo quiero saber, dímelo, dímelo!

 

          Durante toda la historia me estuvo haciendo burla; que ya bostezaba, que se hacía la dormida, se hurgaba la nariz, jugaba con su cabello, se mordía los labios, pero no me puedo quejar, cuando me puso absoluta atención también sentí absoluta tensión, me puse nervioso y olvidaba el hilo de la historia, entonces preferí que se distrajera un poco, traté de evitar su mirada fija que me causaba cierta intranquilidad, pero ella se puso a jugar conmigo, por más que la evadí ella insistió y buscó la forma de ponerse delante mío para volver hacer contacto visual.

 

          —Creí que querías escuchar una historia antes de dormir —Reproché tomándola por los hombros e intenté apartarla mientras ella oponía resistencia.

 

          —¡Pero esa estuvo muy aburrida! ¿Quién te crees, Esopo? —replicó con esfuerzo entretanto forcejeaba conmigo.

 

          —¿Quién es ese? Como sea ya es tarde, me tengo que ir —Me quise poner de pie pero ella se sujetó a la tela de mi gabardina.

 

          —¡No, no puedes!, va mi turno.

 

          Me resigné a quedarme, escéptico y seguro que escucharía la historia más absurda de mi vida. Gateando se hizo a un lado buscando entre sus cosas, no tardó en hacer un desorden pero por fin sacó lo que buscaba, una lámpara para alumbrarse la cara mientras contaba su historia, ¿es en serio?, ¡ah! Qué más da, seguro me divertiré con esto.

 

         

          —Oye, ¿siempre has tenido esa lámpara ahí?

 

          —No, el señor Karuza me la trajo hoy, porque hoy es... —Supuse que no podía contenerlo más y efectivamente se alumbró el rostro y con un tono que pretendía ser “misterioso” dijo—: “La noche de cuentos de terror” —Inserte aquí confeti y trompetilla desafinada—; con Molly de cuenta cuentos.

 

          —Bien, basta, terminemos con esto.

 

          —¡Huy! Ya me comenzó a dar miedo, ¿lo puedes ver en el ambiente?, mira cómo se reúnen los cuervos para escuchar.

 

          —Molly, siempre estas rodeada de cuervos, por favor.

 

          —Pero no siempre cuento cuentos.

 

          —Como sea, comienza de una vez —Me encorvé para poder sostener mi mentón sobre la palma de mi mano.

 

          —Haz atención y presta silencio, esta historia es verdadera y parte de la vida real, si no tenemos cuidado mientras hablamos podríamos ser atacados por el “HELLEQUIN”, ¡chan-chan!... «Nock-nock-nock».

 

          —Ok, deja de hacer esos efectos son innecesarios —Fingí desinterés bostezando—. Déjame adivinar, ¿es un monstruo que se roba a los vagabundos en las calles, en especial a los que se parecen a espantapájaros?

 

          —¡No! Déjame acabar, el Hellequin es un demonio, pero no cualquier demonio feo, es uno muy tenebroso, oscuro como la máscara que lleva puesta, y en ella dibujada una sonrisa psicópata como la luna creciente que suele invertirse menguante, como si la máscara formara en realidad la piel de su rostro, pero no creas que parece de plástico, ¡NO! —Ella se acercó a mi bruscamente intentando intimidarme—, es como piel humana quemada y tosca sobre él, de la cual solo puede cambiar la mueca de su boca, porque la abertura que conforman los ojos de la máscara son dos ojos gatunos rasgados que permanecen así para siempre, tiene una larga nariz puntiaguda como en los cuentos de las brujas o como el pico de un cuervo, tiene además dos orejas largas como de duende y lleva puesto un sombrero de bufón, viste tajos de ropa vieja y de mendigo, ¡como la tuya! —Me señaló de tal manera que su dedo índice presionaba mi mejilla—, sus piernas son largas y delgadas, parece que no tiene articulaciones, son como espaguetis que le dan la ventaja de nunca parar de seguirte, por eso la mejor manera de ahuyentarlo es enfrentándolo —Aquí ella hace una ligera pausa tan solo para mirarme con los ojos entrecerrados, parece que a partir de este punto comienza a improvisar pues da la impresión de que le costaba recordar del todo la historia—:

          En sus manos lleva guantes negros con dedos quebradizos como las sombras que los árboles forman con sus ramas secas, lo escuchas venir porque siempre lo acompaña el llanto engañoso de un niño que hace berrinches, algo que te paraliza los nervios y te hace burbujear la médula espinal si te encuentras solo y desprotegido en medio del bosque, sudas frío y ruegas a tu Dios te mande un pequeño rayo de luz porque la oscuridad a tu alrededor que le precede a su encuentro te comienza a asfixiar lentamente, y cuando él al fin te encuentra, entonces... ¡Bum!... ¡Tus tripas salen volando y cae confeti de vísceras por donde sea!

 

          —¡MOLLY! ¿Pero qué? —Sobresaltado volteé hacia afuera.

 

          Los cuervos comenzaron a gritar roncamente y hasta ese momento la pequeña mocosa había podido cambiar mi expresión de aburrimiento por una de escalofríos, con el cantar de los cuervos, de noche, con lo raro que es ella, debo reconocerlo, me dio miedo.

 

          —¿Qué manera de contar una historia es esa? ¿De dónde aprendes eso? Me gustaría conocer al tipo que te metió esas ideas locas en la cabeza.

 

          —Pero si no he acabado, no seas miedoso, aún falta lo peor, pues él viene todas las noches a observa este árbol desde lo lejos tratando de encontrar la oportunidad de llevarme, ¿cómo sabrás cuando él está afuera?, bueno, a altas horas de la noche los Crosswer se alejan de la zona cuando lo escuchan venir y entonces sé que es cuando menos debo asomarme, de todas formas no puedo hacer mucho, ni él tampoco, mientras permanezcamos dentro de Odín todo estará bien, el Hellequin no pude entrar aquí y como solo viene por las noches, pues es simple ¿no?

 

          —Así que este “demonio” es “real” y viene todas las noches incluyendo por lo tanto esta, y te observa esperando que de alguna manera salgas para poder llevarte porque él no puede entrar en este árbol que debo de suponer es mágico o algo así como para impedir que se acerque, mmm...  Y bueno ¿Por qué te busca a ti pequeña? ­—pregunté lleno de incredulidad.

 

          —¡Ah! Eso es porque quiere mis piedras vagabundas, es muy  avaro, quiere mis cosas y me quiere a mí porque es un pervertido —Mordiendo su blusa por el cuello, la estiró hacia arriba sin delicadeza haciendo un berrinche.

 

          —¿Pervertido?, pero Molly ¿de qué hablas?, esto no solo es una historia muy mala y ridícula si no también una forma de decir que hay algo mal en tu cabecita, aunque desde un principio era más que obvio, lo que quiero decir es que no tienes por qué temer a la oscuridad y realmente alguien se merece una golpiza por enseñarte esas cosas crueles y sin sentido.

 

          —¡Es verdad! No estoy mintiendo, bueno regularmente lo hago pero esta vez es cierto, “¡el lobo viene, el lobo viene!”.

 

          —Molly, como esperas que te crea si haces referencia directa al cuento del pastorcito mentiroso.

 

          —¿Quieres escuchar: “la verdadera historia de terror del pastorcito mentiroso”? —Hace sonidos de relámpagos con su boca—; en donde en verdad el lobo es el Hellequin y el pastorcito lo invoca con el infantil juego de ronda donde al final se dice: “¿lobo estás ahí?” y que también realmente es un: “ritual diabólico”.

 

          —¡NO!, linda, no puedes ir por la vida contando esas cosas raras y... —Ella seguía haciendo ruidos de relámpagos—. ¡Deja de hacer eso!, escúchame, mejor duérmete, por hoy fue suficiente, me preocupa un poco tener que quedarme a tu lado, debería irme ahora, quizás llegue a tiempo al pueblo y encuentre donde dormir, ya mañana veré que hago contigo.

 

          Estaba desconcertado por su forma de pensar, quizás esas historias reflejen experiencias traumáticas ocultas, problemas por los que en algún momento tuvo que pasar, me preocupa la parte del “Hellequin”, me suena como un juego de palabras; ¿“hell” y “King”?, sería algo así como ¿“rey del infierno”?, soy pésimo con el inglés pero por ahí va la cosa, ese “demonio” podría simbolizar un familiar o alguien que haya sido malo con ella.

 

          Lo de “pervertido” me pone realmente triste, quizá esta pobre niña sufrió algún tipo de abuso por parte de un ser cercano, no quiero pensar lo peor, como sea, ya es tarde y ahora tengo miedo de cerrar mis ojos a lado de esta pequeña criatura con delirios tétricos, pero lo que más me preocupa es que parece que se aproxima una tormenta, aún si me voy ahora seguro me agarra el agua de camino al pueblo, además este árbol no puede garantizar mucha protección y lo más seguro es que termine el suelo lleno de agua. ¿Piedras vagabundas? (suspiro), no cabe duda que esta niña tiene una alta dosis de imaginación.

 

          —¡Es por eso!, ya te lo dije, no te puedes ir, te acabo de decir que es peligroso, el Hellequin te va a buscar y yo no podré hacer nada, él sabrá que estás conmigo y pensará en hacerte daño, tú eres más vulnerable, por eso te daré una de mis piedras vagabundas por si acaso, esta es muy bonita —Ya no sabía si era correcto seguirle la corriente, parecía uno más de sus juegos, una de esas simples piedras pensé, pero era muy bonita y llamativa, tenía un brillo azulado, parecía un cuarzo, supuse que quería que la usara como un amuleto e imaginé que para ella significaba mucho regalármela—, con eso te protegerás pero debes prometer siempre llevarla contigo.

 

          —Debemos salir de aquí, lloverá y todo se llenará de agua.

 

          —Para nada, ¿desde cuándo crees que vivo aquí?, el agua no entra, es muy seguro, no te preocupes, quédate —Me miró con una gran sonrisa y titubeando dijo—: a-a-a-amigo.

 

          ¿Cómo decirle que no?; Molly tenía un manipulador encanto peculiar. Como ya había dicho el árbol tiene un tronco enorme y el agujero era lo suficiente grande para dormir los dos sin ningún problema, confié en que el agua no nos llegaría pues le creí cuando dijo que ya ha pasado noches iguales y no se había mojado, el árbol también por así decirlo tenía su “magia” pues era cálido, cosa que pensaba aprovechar sobre todo si esa noche iba hacer frío.

 

          Entre las cosas de Molly había con qué cubrirse, un par de trapos seguro robados por ella, no importaba, eso bastaba para saber que quería pasar la noche ahí y no en un callejón bajo el agua tapado solo con cartones.

 

          La lluvia comenzó y paró en algún momento de la noche. Fue algo intensa y hubieron varios truenos, al final caí rendido por el sueño.

 

          Por ahí de la madrugada me levanté con un gran frío y con muchas ganas de ir al baño, la temperatura había descendido y Molly temblaba mientras dormía, sentí nostalgia combinada con un poco de ternura, la arropé bien y tomé su linterna para salir.

 

          No pensaba ir lejos, pero mientras caminaba en dirección de un buen árbol escuché muy tenue el llorar de un bebé, creí que cerca había algún hogar y la curiosidad me invadió, comencé a seguir el sonido hasta hacerse muy claro y supe que efectivamente era el llanto de un pequeño, pero el bosque solo se tornaba más oscuro y no veía ninguna casa cerca, estaba confundido, entonces pensé que quizás alguien había abandonado un niño cerca, mis ideas eran un poco extremistas pero me arriesgué y me adentré más, todo el tiempo tenía la sensación de que estaba por alcanzarlo pero simplemente era un falso presentimiento porque nunca di con él.

 

          La temperatura comenzaba a bajar drásticamente y los nervios me abordaban, entonces supe que tenía que regresar con Molly a contarle, quizás con sus cuervos lo hallaríamos más rápido. Cuando le di la espalda al llanto se detuvo abruptamente, como cuando cortas una grabación o como cuando repentinamente le tapan la boca a alguien, regresé la mirada a esa misma dirección de dónde provenía el sonido y a pesar de que estaba muy oscuro, a lo lejos pude ver una sombra a un más negra que la misma noche, pese a que soy miedoso y de haber tenido una mala sensación al respecto todo el tiempo, ignoré mis instintos pues en ningún momento dudé de que se trataba de un niño de verdad, quiero decir que en realidad pensé que un bebé estaba en problemas, así era como sonaba, pero esa sombra era mucho más alta que yo, cuando quise apuntarle con la lámpara para alumbrarle esta se apagó instantáneamente, la golpeé un par de veces pero fue en vano, la linterna no se volvió a encender.

 

          Me esforcé pues en ver detenidamente aquella figura, alta, delgada, definitivamente no era un ser humano, tenía una morfología de fenómeno, ¡rayos!, ahora es cuando me lleno de escalofríos y me doy cuenta de que estaba en medio de la nada, cuando quise hacer a correr distinguí cómo el ser se inclinó para tomar impulso y saltar alto hasta las ramas de un árbol cercano, se sujetó con sus largos brazos y se comenzó a columpiar para después brincar a otra y a otra más, se abalanzaba en mi dirección pasándose de rama en rama.

 

          Me precipité lo más veloz que pude, algunas zonas estaban tan oscuras que me golpeé con los troncos de los árboles repetidamente, tropecé otras más y la cosa esa seguía tras de mí riendo como lo haría un niño pequeño, ¡por dios!, era horrible, realmente si no supiera que tenía a un “primate” detrás mío, creería que en verdad había un niño siguiéndome.

 

          Estaba aterrorizado, esa cosa fuera lo que fuera no me dejaba en paz y no sé de qué modo me arrojaba ramas con gran fuerza que rosaban mi cabeza y espalda. Reaccioné casi involuntariamente tirándome hacia un lado para esquivarlo pues de reojo lo vi cayendo encima de mí, del impulso rodé y me golpeé violentamente contra el suelo, lo había librado, pero una vez estando más cerca de él vi su gran tamaño, una angustia enorme y pesada sobre los hombros me invadió, pensé que me estaba desmayando.

 

          Él era una especie de sombra muy espesa que no me permitía ver sus facciones pero sí su silueta, noté sus puntiagudas orejas y lo que en ese momento creí que eran gruesos cuernos de forma curva hacia abajo, comencé a rogar en mi interior que se tratara de una pesadilla provocada por el cuento que escuché antes de irme a dormir, creí que estaba viendo al mismísimo diablo, pero de hecho, era esa cosa a la que Molly llamó “Hellequin”, y desafortunadamente no era un maldito sueño, era real. Delante de mí para causarme un trauma de por vida el demonio comenzó a hacer un tipo de berrinche bailado, saltando y golpeando el suelo para después comenzar a mofarse llevándose una mano a su cara y señalándome con la otra de una manera muy sobreactuada, enseguida dio una gran pirueta para quedar detrás de mí, corrí en dirección desconocida, para ese momento estaba totalmente desubicado, no sabía a donde dirigirme y la oscuridad parecía hacerse infinita, estaba perdido pero me apresuré hacia donde creí que regresaría con Molly.

          El ser estaba siguiéndome dando saltos de derecha a izquierda, solo estaba jugando conmigo, estoy seguro, de querer me pudo haber atrapado pero solo me atormentaba.

 

          Yo ya estaba muy cansado y a punto de darme por vencido cuando por fin vi el gran árbol:

 

 

Odín “Aru tokoro ni”.

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Cap 9 Historias de terror para niños ver
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