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En un bucle hasta despertar, sin haber conciliado el sueño.

La gélida figura que cristaliza nuestros recuerdos se magnifica en el cielo, con lágrimas que destellan y altos gritos que nos erizan la piel.

Es el éxodo de tu finitud.

Se enlodan nuestros pasos tras el rastro de calor de nuestros hermanos, dejándonos esa falsa sensación de abandono que hace que estillas del alma se encharquen en nuestras manos.

 

Esta noche hemos de acobijar nuestro dolor con lonas ruidosas, hallando reposo en algún rincón de tu hogar. Desearía poder darte consuelo, y juntos beber de este vaso plástico de café. Es difícil creer que seamos iguales.

Dejaste lo tibio de tus manos en la ventisca fría que golpea mi rostro, lo confortable de tus palabras en el abrazo fuerte de la soledad, suelo escuchar lo dulce de tus besos en cada decepción de la vida, ahora lo tenue y suave de tu voz que me hacía suspirar lo encuentro en el viento fuerte y constante que me impide respirar con normalidad.

 

Es que todo este tiempo sin ti ha sido duro conmigo, y no ha mejorado, la mentira tras decir que todo estará bien es mezquina y descarada.

 

Y es que yo quiero creer que aún estás a mi lado, de lo contrario mi raison d'être; ¿acaso significará que me has abandonado?, porque si no eres tu quien está ahí; ¿de quién es la presencia que me ha estado cautivando?, ¿aún me quieres en igual cantidad con la que yo sigo pensando en ti?

 

Después de tu partida he admirado la fuerza con la que se fragmenta el firmamento, riendo entre relámpagos en medio de una tormenta, y no es que haya perdido la cordura, aún no, es que en mis penas contemplo aquella sensación de asfixia y dolor ficticio en el pecho que me hace pelear por mi vida, entonces me doy cuenta que en realidad; no tengo el valor de morir.

 

Ahí en esos momentos, arrojo todo en plena marcha para darme motivos para seguir ignorando mis pensamientos, ¿será acaso que solo se trate de cobardía?, ¡cómo he caído tan bajo sobre mis rodillas!

Aún me resuelvo entre fuertes olas de razones y justificaciones, lágrimas que tropiezan con mi voz y queman mis mejillas, oleajes que golpean mi cara como intentando hacerme ver la realidad, o quizás intentan volverme más loco, o quizás intentan confundirme más, o quizás solo debería dejar de pensar…

 

Si tan solo quizás; dejase de pensar.

Tú sombra onírica se cuela por debajo de la puerta de mi habitación, rodeada por el bello halo del amanecer, con el terrible miedo real de que te marcharas de esta fantasía sin dar un paso adentro.

 

Y después de esa larga espera, cuando al fin te vi entrar, golpeé tu pecho y te reclamé el por qué habías tardado tanto; en ese sueño no podía escuchar tu voz, solo leí tus labios que me decían:

 

“Permaneceré aquí perdido en tu mañana,

para el resto de tu vida; volvernos a encontrar”.

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