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Los  Cuervos  de  Anni  Keller  (Re: Editt)

Capítulo 1: Sis puella corvus! Preludio.

Conocí a Molly cuando pasé por la escuela primaria, la noche anterior había estado lloviendo con un par de relámpagos que me arrebataban a flashazos el sueño, y esa mañana que pretendía ser luminosa abriéndose paso entre aisladas nubes oscuras me trajo un poco de nostalgia y depresión, ese día caminaba desubicado explorando un poco más del lugar, somnoliento, sin darme cuenta tomé el camino que llevaría a aquel encuentro...

          Quisiera contarte esta historia de la forma más adecuada posible de manera que te transmita las sensaciones que experimenté, no pretendo fingir alguien que no soy, pero ante un escrito uno puede ser tan elegante y elocuente como se le dé la gana.

 

          Aunque si me escucharas hablar seguro pensarías que soy torpe con las palabras y que parezco de mentalidad ingenua y mediocre, supongo que ahora trato de causar un impacto narrativo, a pesar de que nunca se me ha dado bien decir lo que pienso y siento; siempre es más fácil escribirlo y reeditarlo un centenar de veces y pecar, por cierto de mí, advertidos; de ser redundante y detallista.

 

          Era aún la hora del recreo y ella estaba jugando con sus compañeros, pero lo digo literalmente; solo era ella quien se divertía a costa de sus compañeros, saltando en un charco de lodo mientras cantaba:

«♪  ♫ Molly era una buena niña, Molly-Molly era una buena niña,

Molly-Molly era… Molly era: ¡MOLLY! ¡MOLLY! ¡MOLLY!

Molly era una buena, buena niña.

Y se sentía muy bien para ser una mentirosa,

¡Oh mentirosa!, oh-oh no ¡MENTIROSA! ♪  ♫»

          La parte en donde los “Molly” se repetían era más frenética y

parecía que estuviera haciendo algún tipo de berrinche pues saltaba

con más fuerza y por lo tanto salpicaba más lodo, los pequeños que

jugaban a su alrededor salieron corriendo despavoridos y gimoteando,

después ella se echó a reír demostrando cuanto disfrutaba ser traviesa,

o por lo menos solo eso fue lo que me pareció que era; una niña que

inocente e infantilmente molestaba a sus compañeros.

          Como sea, los chicos ya se habían ido pero ella aún no terminaba

de cantar y saltar, era una letra muy poco común, es decir ¿Molly la niña

mentirosa? ¿Qué clase de idiota le enseñaría ese tipo de canción a una

pequeña? Eso pensé en aquel momento.

          Pero para agregarle sabor a esta historia tengo que decirles la parte más interesante de una vez; no era una niña común, su apariencia disparatada y un poco loca solo es un abuso excesivo de su niñez, con un encanto por fastidiar y meter en problemas a los demás, ella visitaba la escuela primaria en secreto (porque realmente no estudiaba) y gustaba de perseguir a los niños con piedras y palos en mano, nunca les hizo nada, solo era una especie de diversión a su modo.

 

          La gente en el pueblo le decía: “la niña cuervo”, ciertamente nada original, pero se debía a su largo y espeso cabello negro desaliñado que tiene reflejos naturales iridiscentes azulados y púrpuras; aunque no lo creas; además Molly posee dos ojos pequeños de un fantástico brillo rojo como si estuviera reflejando en ellos un atardecer que contrastaban con esas ojeritas oscuras que no deberían estar ahí, era de tez blanca y pálida, sus labios casi siempre estaban resecos y solía mordérselos suavemente.

 

          Peleaba con su blusa escotada de color morada porque se le deslizaban los tirantes por sus hombros, pues ella era algo delgada y su ropa un poco holgada, vestía además un short desgastado de color naranja opaco, unas pequeñas calcetas y zapatos maltratados de tipo escolar.

 

          Era toda una excentricidad, su mentalidad era muy superior a la de cualquier niño o niña de su edad (pese a todo), pues era muy inteligente e intuitiva, incluso más que yo, escucharla era algo extraño ya que a veces me hacía olvidar que platicaba con una menor de tan solo ocho años.

 

          En aquel momento la oí reír por primera vez, esa risa que me hizo levantar la ceja y preguntarme: ¿necesitará algún tratamiento médico? Hacía un sonido entrecortado, era como si tuviera hipo, mmm, ¿cómo decirlo?, algo así como: ¿«nock-nock»?; solo así lo puedo describir, así pienso que está bien, así es como se escuchaba, me parecía tan ridículo y fingido, sin embargo supe que era natural hasta que la escuché en otra ocasión durante un ataque de risa, sí, era una risa extravagante pero en algún momento me llegó a contagiar de esperanzas.

 

          Entonces se percató que la observaba, borró esa sonrisa de su rostro y me miró enojada, después de unos segundos afilados de intriga, sus ojos comenzaron, por así decirlo, a “brillar”, así lentamente hasta quedar con la boca semiabierta (parecía que hubiera encontrado una de sus famosas “piedras vagabundas”, hasta hoy comprendo que de hecho así fue, aunque de ninguna manera me arrepiento de haber formado parte de su colección, hoy incluso quisiera seguir siendo su piedra vagabunda preferida).

 

          Repentinamente despertó de su letargo, levantó su mano para señalarme con su dedo índice y gritó con esa voz escandalosa:

“¡El hombre espantapájaros!”

          Casi me fui de espaldas como lo hacen en las animaciones.

          —¡Oye mocosa friki!, no importa cómo luzca, ¡deberías respetar a tus mayores!

          Le reclamé sin dudar y ella espontánea me reverberó:

          —¡No me llamo friki! Y tú no me engañas, eres el hombre espantapájaros, he esperado este momento como a ningún otro momento lo he esperado y ahora es el momento que esperaba —La pequeña cruzó sus brazos y asintió con una sonrisa bravucona.

          Naturalmente eso fue innecesario, sobre todo viniendo de una niña que intentaba provocarme gastándome una broma tan inmadura.

                           —Sabes, eso es muy redundante —Quise restarle importancia al asunto y

                           de cierta forma hacerle quedar mal.

 

          —Solo digamos que es un pleonasmo enfático, MO-CO-SO —Molly esbozó una fina sonrisa un tanto elegante pero pretenciosa, que a pesar de ser infantil y algo linda, tenía como objetivo hacerme pasar por bobo.

          Evidentemente se creía mejor que yo, y estaba harto de que me humillaran, había tenido una mañana dura, seguido de eso, sentí la necesidad de darle una lección a esa escuincla malcriada pero detrás de ella se acercaban algunos maestros de la primaria, pensé que me había metido en problemas por estar ahí, hasta que ella también los vio venir y salió corriendo para escapar, no sin antes pasar por su libreta y lápiz que había dejado sobre una parte del pasto seco.

          Intentaron alcanzarla, pero ella se escabulló ágilmente, e incluso dio un par de vueltas alrededor de ellos y sin ningún problema los burló, para terminar su espectáculo anticuado, muy pasado de moda, se deslizó por debajo de las piernas de una maestra que ni aun así la pudo sujetar, ese «nock-nock» no dejaba de sonar y mientras huía estiraba sus brazos simulando ser un avión. La perdí de vista entonces.

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